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EL ABRAZO DEL MOHAN

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el abrazo de El Mohán

martes, 20 de mayo de 2008

La Educación: El proyecto de resistencia frente a la mundialización, la violencia, la corrupción y la impunidad

La Educación:
El proyecto de resistencia frente a la mundialización, la violencia, la corrupción y la impunidad

“La educación participa en la vida y el crecimiento de la sociedad, así en su destino exterior, como en su estructuración interna y en su desarrollo espiritual. Y puesto que el desarrollo social depende de la conciencia de los valores que rigen la vida humana, la historia de la educación se halla esencialmente condicionada por el cambio de los valores válidos para cada sociedad. A la estabilidad de las normas válida corresponde la solidez de los de los fundamentos de la educación. De la disolución y la destrucción de las normas resulta la debilidad, la falta de seguridad y aun la imposibilidad absoluta de toda acción educadora”.
[1]

En este proceso de lecturas, en el marco del Curso de Problemas de la Educación, se han encontrado elementos para la actualización de la Teoría Crítica, en tanto que han salido opiniones que proponen un régimen teórico de crítica y compromiso social consolidado en una oposición radical a las peculiaridades de imposición del neoliberalismo. En ellas se puede avizorar que la racionalidad instrumental opera en la tecnocratización de la vida cotidiana, especialmente en la educación, como una envoltura de supremacía, que se impone mediante el eufemismo ideológico de la eficacia y la prosperidad.
En el concierto mundial se están mostrando en forma simultánea, magnos cambios que perturban concisamente a la sociedad colombiana y, por ende, al sistema educativo. Pueden mencionarse a guisa de ejemplo: La revolución científica y tecnológica que está dando origen a la llamada sociedad de la información y el conocimiento; La reestructuración de los aparatos productivos a través del cambio en el paradigma técnico-económico por el uso intensivo de las llamadas nuevas tecnologías (microelectrónica, informática, biotecnología, nuevos materiales, entre otras); La revolución en las comunicaciones y la información, que han acortado las distancias y los tiempos; La revolución del género por la incidencia que tiene en la organización social y los cambios en el papel de la mujer; La transición demográfica que ya es evidente, principalmente en los países europeos; la mundialización que ha revolucionado las relaciones internacionales dando origen a la internacionalización de la justicia, de la economía, de la guerra al terrorismo y a un nuevo mercado que es el del conocimiento y la información.
Es verdad que los procesos mundiales se manifiestan de manera distinta en lo local. En el nivel nacional se sobrevienen circunstancias y coyunturas exclusivas que dan particulares adicionales a las demandas educativas y definen retos adicionales para el cumplimiento del derecho a la educación.
Malagón, Mejía, Amaya y Garay señalan que uno de las rostros de la arquitectura neoliberal se asienta en la minuciosa incorporación al ordenamiento jurídico de los lineamientos económicos y de política macroeconómica del modelo, con la intención de erigirlos en un nuevo orden, el orden neoliberal, concebido en el sentido positivo del derecho, especialmente los tres último autores desde un horizonte de análisis que podría ser definido como de economía política del ordenamiento jurídico, desde donde se revela que la edificación del modelo neoliberal se ha apoyado en una inagotable y persistente creación de normatividad, ordenadora de los que son sus pilares fundamentales: la “desregulación económica” y la “disciplina fiscal”. Las características de tal producción, sus tiempos más reveladores, las directrices más recientes, las primordiales instituciones, así como las relaciones con el proyecto político neoliberal de carácter supranacional son examinados con rigurosidad desde la educación y la exclusión de las mujeres y hombres colombianos.
En Colombia un país por construir se identifican tres grandes problemas considerados esenciales o determinantes, y son la violencia, la corrupción y la impunidad. Adicionalmente hay que contemplar que también hay la existencia de otros problemas: Baja cobertura y calidad de la educación, atraso científico y tecnológico, desintegración cultural y pérdida de horizonte ético en la formación; desconocimiento, pérdida y desaprovechamiento de los recursos naturales y pérdida de la calidad ambiental; alta concentración de la riqueza y el ingreso, baja capacidad de ahorro y baja competitividad de las empresas, los sectores productivos y la Nación en general, creciente informalidad económica, narcotráfico y economía subterránea, ineficiencia del sistema financiero, fragilidad de la cuenta corriente y déficit fiscal; y lo social presenta situaciones críticas como: bajo capital social, pobreza, inseguridad de la seguridad social, juventud sin futuro, desinformación y descomposición social, así como en lo político hay concentración del poder, falta de una verdadera democracia y debilidad del Estado. (Garay Salamanca, Miñana & Rodríguez).
Los problemas que presentan los autores no son nuevos, sino que se han ahondado con la presencia del neoliberalismo. Desde hace más de doscientos años Colombia arrogó un sistema educativo segregacionista, por ende limitador del acceso a la educación, priviligiador de una clase dominante. Desde los albores de los cincuenta del siglo XX se ha propiciado una organización que separa a los estudiantes acorde a su procedencia económica. Y para rematar en los últimos años del siglo XX y comienzo del XXI se hace énfasis en una política secesionista. Las regiones supuestamente más desarrolladas obtienen mayores apropiaciones por estudiante, de donde se tiende a favorecer aquellos territorios que producen mejores resultados en lo financiero y lo académico. Sin incluir en este aparte a los grupos étnicos que tradicionalmente han estado en triple desventaja: por ser negros, indígenas o rom, por ser víctimas del conflicto social y víctimas del conflicto político.
¿Qué se desprende de dicha realidad?: que casi 2.5 millones de niños y adolescentes están por fuera del sistema escolar; que el 18% de los niños de primaria abandonan la escuela; que el 30% de los niños del campo desertan; que de cada 100 matriculados en primer grado, sólo 33 terminan la secundaria; que sólo el 17 por ciento de los jóvenes en edad de estudiar entra en la educación superior; que sólo el 9% de los matriculados proviene de los estratos uno y dos, mientras que el 52% de los universitarios pertenece a una familia de estrato cinco; que el promedio de años de educación de la población mayor de 15 años en Colombia, 7.7, es igual al que tenían los países desarrollados en 1970. (Sarmiento Palacio, 2006)
Al repasar la historia colombiana con un sentido crítico se puede asegurar que desde el arribo de los conquistadores españoles, el pueblo concurre al holocausto de generaciones enteras. El sacrificio va más allá de los escenarios de barbarie y crisis humanitaria que han tenido vigencia a lo largo y ancho de la historia: la pauperización, la ausencia de oportunidades y la abulia indeleble de los actores en el campo social, en especial en el de la educación, dan cuenta de la juventud y de todos aquellos que consiguen resistir a la violencia física. La exclusión social y la desigualdad generadas por la falta de oportunidades en educación constituyen un factor de violencia que aunque no necesariamente físico, afecta profundamente al individuo y sus posibilidades de lograr un mínimo vital en el marco de un Estado Social de Derecho. Y a eso se le suma el modelo de desarrollo capitalista dependiente, característico de la sociedad colombiana, que presenta una creciente brecha en la sustentabilidad ambiental y social. La expoliación de los recursos naturales en las sociedades capitalistas se basa en una racionalidad social a corto plazo, determinada por la ganancia y la acumulación del capital, generando externalidades de alto impacto negativo en los ecosistemas producto de la destrucción por el despilfarro del desarrollo económico en los procesos productivos y los desechos que genera la sociedad de consumo. (Sarmiento Anzola, 2004)
Sin embargo, si el conocimiento es un recurso fundamental para la inserción en las nuevas estructuras tecnológicas, económicas y sociales, nuevamente podríamos establecer una condición de partida negativa: los sistemas de investigación, de educación y capacitación están en crisis. A esto contribuyen las tendencias a la privatización o al cierre de los organismos públicos de investigación y las reducciones de su presupuesto en el contexto del ajuste, pero también el burocratismo y el corporativismo de esos sistemas, que dificultan la reorganización de sus recursos para encarar la transición. La respuesta ha sido emprender reformas fuertes del sistema, y dentro de ese proceso es posible replantear -activa y no defensivamente- el papel de la universidad, de los centros de investigación, de la escuela, de los centros tecnológicos, de las redes de capacitación laboral, de los sistemas de formación continua, de las redes de educación popular, desde la perspectiva del desarrollo humano y, dentro del él, del desarrollo local. Como ha puesto de manifiesto Contreras Domingo (enseñanza, currículum y profesorado) el conocimiento pedagógico no se ha mantenido al margen ni en terreno neutral.
Sabiendo que esta fase contemporánea del capitalismo, la mundialización neoliberal, ha sido el corolario del gravamen de una correlación de fuerzas a favor del capital internacional y que la incorporación de Latinoamérica a ella fue el resultado de las imposiciones financieras del imperialismo norteamericano a través de las reformas estructuras diseñadas por el FMI y aplicadas a la región desde los años ochenta, se hace necesario, entonces, incrementar un régimen teórico de crítica y compromiso social consolidado desde la educación, en una oposición radical a las peculiaridades de imposición del neoliberalismo como mecanismo de resistencia para construir una sociedad colombiana organizada, con conocimiento, sostenible, equitativa, con igualdades de oportunidades y con un Estado Social de Derecho que aspire a ser de Derecho y Democrático que garantice la vida con dignidad.
En este marco la educación, siguiendo a Freire, Giroux y Tourraine, es el proyecto de resistencia, por ello no hay que perder de vista, por una parte, la tarea antropológica, que es la que por primera vez hace que la educación se convierta en aquello que, conforme a su estructura primigenia, debería ser: hacer al ser humano cada vez más humano, como alguna vez lo expresara Comenius; en concordancia con esta finalidad educativa el ser humano debe ponerse al servicio del semejante y de todo orden existencial que lo proteja. Semejante educación tiene que desarrollar en niñas y niños, ante todo, la disposición, la capacidad y la presteza para un mundo con paz y justicia social. La disposición incluye la posibilidad de reconocer los conflictos en cuanto tales y de colaborar en su solución, de modo que pueda fortalecerse la base de la cooperación y la solidaridad. En consecuencia, la capacidad describe el discernimiento humano para configurar la paz y la vivencia de los derechos humanos como un proceso social, con vista a sus posibilidades. Finalmente, la presteza, más allá del reconocer y actuar cooperativa y solidariamente, tiende a una hábil aplicación y disposición para la acción en pro de la paz y los derechos humanos en el propio ámbito existencial. Así la educación puede ser entendida como inspira Martínez Argote (1995), “como un proceso de posibilitación”, que condescienda a la mujer y al hombre ser autores y actores de su propio desarrollo de manera tal que tenga un mínimo vital, propio del Estado Social de Derecho, comprendiendo así como la educación apunta hacia una sociedad más justa y equitativa, mientras tanto más democrática y participativa.
Es verdad que resulta espinoso considerar en qué mesura es eficaz el quehacer educativo con relación al cambio de estructuras sociales, pero como somos mujeres y hombres de esperanza con toda seguridad sí se logra, sin embargo arriesgamos decir que para que la educación sea nuestro proyecto de resistencia frente a la mundialización, la violencia, la corrupción y la impunidad, debemos: aumentar el sentido crítico, el desarrollo de nuestro espíritu solidario y comunitario, trabajar desde la probabilidades de cada región y formar para el ejercicio de la democracia, para la participación activa e inclusiva. El imperativo de la educación debe ser, entonces, orientarnos al tipo de sociedad y de mujer y de hombre que deseamos tener y ser, con ello podríase romper la tríada que nos hunde en la desesperanza como nación: la violencia, la corrupción y la impunidad, así como la imposición imperialista del mundo.
Con Daniel Libreros creemos que estamos en un “contexto adverso” y con Restrepo y Téllez que “estamos en un momento de crisis, dentro de una época de crisis”, por ello proponemos a la educación como el proyecto de resistencia frente a la mundialización, la violencia, la corrupción y la impunidad, que debe llevarnos a una manera nueva, ética y libre de ver o pensar, a una manera nueva, ética y libre de actuar y a una manera nueva, ética y libre de sentir, puesto lo que está en juego es la vida, la vida con dignidad y sobre todo para que esta no muera en el tiempo de los ocobos en flor.
REFERENCIAS

Amaya Pulido, P.J. (2001) Problemas y Retos presentes y futuros para la sociedad colombiana. En Colombia un país por construir. Bogotá.

Bernal González, J. & McGee, Siobhan. (1996) Tierra Firme: Mother and child development project. Concern Universal-Colombia. Ibagué.

_______Securing Rights by Participation. (2004) Concern Universal-Colombia. Ibagué.

Garay, L. (2002). Colombia: entre la exclusión y el desarrollo. Propuestas para la transición al Estado social de Derecho. Bogotá: Contraloría General de la República. Editorial Alfaomega.

Malagón Plata, L.A. (2003) Los nuevos escenarios de la educación. Ibagué

Manacorda, Mario Alighiero. (1997) Historia de la educación 2, del 1500 a nuestros días. Editorial Siglo Veintiuno. España, pág. 304.

Mejía, Marco Raúl. Educación y Globalización. En Educación(es) en la(s) globalización(es). Entre el pensamiento único y la nueva crítica. Desde Abajo. Bogotá. Ediciones Aurora.

Miñana Blasco, C., & Rodríguez, J.G. La educación en el contexto neoliberal. En: la falacia neoliberal. Críticas y alternativas. UNC. Bogotá.

Misión de Ciencia y Tecnología. “Colombia al filo de la oportunidad”. Presidencia de la República y Colciencias. Santa Fé de Bogotá, Tercer mundo editores. 1996.

Marquínez, A. Germán. Realidad y Posibilidad. Fundamentos de Ética y Educación. (1995). Magisterio. Bogotá.

Vargas-Mendoza, J. E. (2007) Fundamentos filosóficos de la educación: apuntes para un seminario. México: Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C. En http://www.conductitlan.net/filosofia_educacion.html


[1] Jaeger, Werner, Paideia: Los ideales de la cultura griega, pág. 4.

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